Sin principio ni final
Con toda la influencia de la arquitectura en sus espaldas, propia de quien ejerce un rol cotidiano que involucra a la mirada acostumbrada a construir desde el plano y desde allí en elevación, subiendo por las columnas, los paños murarios hasta los techos, la obra de Karina Sztein pasa al terreno de las artes plásticas guiada por edificaciones geométricas que dialogan con el paisaje de la naturaleza para deconstruir los existentes límites y fusionar rasgos característicos de cada uno de esos universos.
"De pronto, esa arquitectura comienza a fragmentarse en geometrías perfectas, de colores brillantes que, mientras dialogan entre sí, también se desintegran dando lugar al surgimiento de formas más orgánicas", dice la artista. Y eso se ve reflejado en el pasaje de una serie a otra donde las obras se apoyan en un lenguaje donde prevalecen la abstracción y el color como variables fundamentales compositivas. El tiempo y el espacio son también intereses comunes en todas las series, desde sus inicios hasta los más recientes trabajos, pensando siempre en su articulación en sintonía con las posibilidades plásticas de los colores, funcionando ellos como disparadores, estímulos de las emociones individuales y donde las geometrías, más o menos reconocibles, se integran para conformar estructuras nuevas. Aún en trabajos que parecieran ser tangenciales, una suerte de paréntesis estilístico como sucede con aquellas desarrolladas durante la pandemia 2020, es interesante destacar cómo, conceptualmente, esa idea de “ventanas-portales” presentadas como único mediador entre un interior desconocido al cual hay que habitar inexorablemente y un exterior vedado, un paisaje inaccesible, aparecen representadas en sus pinturas como geometrías cuadradas y rectangulares que se superponen y rebaten cual apertura hacia los cielos. Allí donde todo se cierra, en la obra de Karina se genera una ruptura en profundidad, la penetración en un espacio que se rompe y abre más allá de un entorno inmediato, desplegando en el infinito, nuestros pensamientos resilientes.
Partiendo de esa apertura emergen los trabajos más recientes donde su observación sobre los efectos psicológicos y fisiológicos de los colores se intensifica. De esa geometría planimetría regida por las líneas rectas y los planos cromáticos compactos, plenos y estridentes, pasa a un lugar donde aquellos límites iniciales soportan la intervención de lo impreciso dando pie al caos. La serie Entropía (2021) sintetiza esa búsqueda haciendo convivir en un todo armónico, todas las motivaciones constantes en la obra de Karina, más allá de las sutilezas que distinguen a las diferentes series. Porque en su caso son, por ahora, sutilezas. Aun así, todos sus trabajos están interconectados: la artista piensa a partir de estructuras que encuentran en sus vínculos con otras construcciones contiguas, el sustento, el apoyo, la armonía, el encastre, la solidez y la contención necesaria para equilibrase entre sí. Y si bien la geometría le permite calcular y proyectar dentro de los límites de lo aparentemente controlable, también el color hace de las suyas en su manifestación contundente, en sus ritmos alternados con poco lugar para los blancos o los vacios. Un color que empieza a desafiar a los compartimentos estancos, que abandona la planimetría y densidad y se manifiesta en creciente ebullición. Como si fuese un oleaje que se acerca de manera incipiente por los márgenes de las pinturas, violentando las líneas y habilitando lo disruptivo. Empieza entonces a hacerse evidente el contraste entre la abstracción geométrica dominante inicial y el caos que se presenta como anticipo en una bruma que va cobrando cuerpo y amenaza con ir tomarlo todo. Pero la amenaza se detiene en ese lugar, la tensión se sostiene en ese punto donde la estructura lineal aun contiene un panorama donde todo puede suceder de una forma u otra pero donde es ella quien, por ahora, continúa dominando la composición. Sin embargo la duda queda sembrada y el observador se pregunta quién prevalecerá en ese puje de fuerzas, ¿será la estructura geométrica heredera de la mirada arquitectónica o el tsunami de lo incontrolable que busca tomar las riendas y disparar la abstracción hacia horizontes desconocidos? Algo es seguro: la pérdida de control, por pequeña que sea, es desestabilizante. Y en el plano de la creatividad, ése es un buen lugar para ubicarse.
Buscando apoyase en la fundamentación científica, Karina Sztein aborda sus obras siguiendo lineamientos de la física donde la entropía propone esa descomposición y movimiento gravitacional de partículas que invaden el espacio como un estallido desordenado que luego pasa a conformar nuevos órdenes con nuevas particularidades y complejidades a reconocer. Formas, color, tiempo y espacio son ejes rectores: la artista trabaja sobre la materialidad de las formas y la influencia psicofísica que ejerce en cada espectador, la percepción de esas formas y los colores que en su vibración y su agitación, cambian nuestra percepción del tiempo y espacio. Quizás, si ahondamos un poco más, la obra de Karina Sztein también se vincula con el plano de lo espiritual, porque no dejo de pensar que todo cuanto implica comprender, conocer, iluminar, asignar sentido -muchas veces incapaz de ser dicho con palabras-, a veces se eleva más allá del plano de lo decible, como sucede con el arte. Es entonces esa búsqueda que se propone, el inicio de un recorrido cuyo destino es el camino en sí mismo en un tiempo y espacio sin principio ni final.
Lic. María Carolina Baulo, Junio 2021
Without Beginning or End
With all the influence of architecture on her backs, typical of those who exercise a daily role that involves the gaze accustomed to building from the plane and from there in elevation, going up the columns, the wall panels to the ceilings, the work of Karina Sztein moves to the field of plastic arts guided by geometric buildings that dialogue with the landscape of nature to deconstruct the existing limits and merge characteristic features of each of these universes.
"Suddenly, that architecture begins to fragment into perfect geometries, with bright colors that, while they dialogue with each other, also disintegrate, giving rise to the emergence of more organic forms", says the artist. And that is reflected in the passage from one series to another where the works are supported by a language where abstraction and color prevail as fundamental compositional variables. Time and space are also common interests in all the series, from their beginnings to the most recent works, always thinking about their articulation in tune with the plastic possibilities of colors, functioning as triggers, stimuli of individual emotions and where the geometries, more or less recognizable, are integrated to form new structures. Even in works that seem to be tangential, a kind of stylistic parenthesis as happens with those developed during the 2020 pandemic, it is interesting to highlight how, conceptually, this idea of "windows-portals" presented as the only mediator between an unknown interior to which we must to inhabit inexorably and a forbidden exterior, an inaccessible landscape, are represented in her paintings as square and rectangular geometries that overlap and fold like an opening to the skies. Where everything closes, in Karina's work a deep rupture is generated, the penetration into a space that breaks and opens beyond an immediate environment, unfolding in infinity, our resilient thoughts.
Starting from this opening, the most recent works emerge where her observation on the psychological and physiological effects of colors is intensified. From that planimetric geometry governed by straight lines and compact, full and strident chromatic planes, it passes to a place where those initial limits support the intervention of the imprecise, giving rise to chaos. The series Entropía (Entropy, 2021) synthesizes that search by making all the constant motivations in Karina's work coexist in a harmonious whole, beyond the subtleties that distinguish the different series. Because in her case they are, for now, subtleties. Even so, all of her works are interconnected: the artist thinks from structures that they find in their links with other contiguous constructions, the sustenance, the support, the harmony, the fit, the solidity and the containment necessary to balance each other. And while geometry allows her to calculate and project within the limits of the apparently controllable, color also does its thing in its forceful manifestation, in its alternating rhythms with little room for whites or voids. A color that begins to defy watertight compartments, which abandons planimetry and density and manifests itself in increasing boiling. As if it were a swell that approaches in an incipient way along the margins of the paintings, violating the lines and enabling the disruptive. The contrast between the initial dominant geometric abstraction and the chaos that appears as a foretaste in a mist that is taking shape and threatens to take everything, then begins to become evident. But the threat stops there, the tension is sustained at that point where the linear structure still contains a panorama where everything can happen in one way or another but where it is it who, for now, continues to dominate the composition. However, doubt is sown and the observer wonders who will prevail in that push of forces, will the geometric structure be heir to the architectural gaze or the tsunami of the uncontrollable that seeks to take the reins and shoot abstraction towards unknown horizons? One thing is certain: the loss of control, no matter how small, is destabilizing. And when it comes to creativity, that's a good place to be.
Seeking support in the scientific foundation, Karina Sztein approaches her works following the guidelines of physics where entropy proposes that decomposition and gravitational movement of particles that invade space as a disorderly outburst that then goes on to create new orders with new particularities and complexities to be recognized. .Forms, color, time and space are guiding axes: the artist works on the materiality of the forms and the psychophysical influence that it exerts on each viewer, the perception of those forms and the colors that in their vibration and their agitation, change our perception of the time and space. Perhaps, if we delve a little more, Karina Sztein's work is also linked to the spiritual plane, because I keep thinking that everything that involves understanding, knowing, enlightening, assigning meaning -many times incapable of being said in words- , sometimes it rises beyond the plane of the speakable, as it happens with art. It is then that search that she proposes, the beginning of a journey whose destination is the path itself in a time and space without beginning or end.
Lic. María Carolina Baulo, June 2021